Un palacio andalusí en el corazón de la Canal de Navarrés
José Manuel Almerich
Junto a uno de las más importantes surgencias del macizo del Caroig, se encuentra el pequeño pueblo de Anna. El río Sellent envuelve el casco urbano y cincela el paisaje creando formas inauditas en la roca, fuentes, cascadas y pozas de aguas cristalinas.
De su pasado histórico quedan varios vestigios, pero el que sin lugar a dudas es el más importante, es el Palacio de los Condes de Cervelló, una residencia señorial que había caído en la ruina tras años de abandono y falta de mantenimiento. De hecho estuvo a punto de ser demolido por el mal estado en que se encontraba. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, como quedan reflejadas en unas escrituras del castillo de Anna que son cedidas por Jaime I a la Orden de Santiago. Siglos después, con la venta de la villa a los Condes de Anna por Felipe III, la fortaleza se habilitará como palacio. Posteriormente los Condes venderán el palacio a la famila Trenor hasta que en 1980 el Ayuntamiento de Anna adquirió el edificio.
Anna no solo es ahora conocida por su laguna, una de las surgencias más importantes del macizo del Caroig, o por las rutas senderistas que parten desde la población, sino también por el extraordinario palacio que ahora se puede visitar. Las obras de restauración comenzaron en 1995 y finalizaron en 2007. Fruto de los continuos viajes a Marruecos que por entonces realizaba su alcalde, Fernando Sarrión, se idearon desde el Ayuntamiento una serie de actuaciones a fin de restaurar el palacio recreando los ambientes de las tres etapas históricas más importantes de Anna: la época musulmana, la época renacentista y la barroca, con sus estilos artísticos correspondientes. La finalidad estaba clara: dotar al municipio de un nuevo atractivo turístico de marcado carácter cultural a fin de potenciar la economía del pueblo, ya que la visita al palacio, hoy conocido popularmente como la Alhambra valenciana, sería un complemento ideal a aquellos turistas y visitantes que se acercaban a conocer la laguna de Anna.
El castillo palacio consta de un cuerpo principal que recae a la Alameda y otros tres cuerpos sobre el rio de Anna. En el interior hay un patio en cuyo centro destacaba un surtidor. Las paredes estaban coronadas por pequeñas almenas con aspilleras y ventanas de estilo gótico. En el cuerpo principal se encuentra la puerta de acceso y en uno de sus extremos había antiguamente un torreón. Adosado al palacio se encuentra la capilla de Santa Ana, con salida a la plaza de la Alameda. Sus ventanales orientados al río se abren ante un precioso y majestuoso paisaje rebosante de vegetación
La empresa Gaia, Centro de Estudios de Arte y Restauración, la misma empresa que restauró los frescos de la Iglesia de San Nicolás, en Valencia, fue contratada para realizar la reconstrucción de la sala gótica (donde se realizó un retablo imitando el estilo de Juan de Juanes) y la sala barroca donde se creó toda una nueva decoración y un mural. Pero lo que indudablemente más llama la atención es la recreación arquitectónica de la época andalusí, con una de las salas más singulares de toda la Comunitat Valenciana: el conocido como pabellón musulmán.
La recreación del ambiente surgió, como hemos comentado antes, fruto de las visitas a Marruecos del alcalde de Anna por aquella época, Fernando Sarrión, con la colaboración del técnico municipal de urbanismo. Poco a poco fue surgiendo un auténtico palacio oriental, de rasgos musulmanes y muy similar a las construcciones del norte de Africa, principalmente a aquellas que se integran en las medidas donde el lujo es suntuoso por dentro, pero austero por fuera.
Artesonados en madera, tracerías y policromías, un patio de estilo nazarí, muy parecido a la Alhambra, con una fina galería de columnas de mármol, lacerías y vidriados. En el centro como no, un alargado estanque con surtidores y una cuidada vegetación compuesta de arrayanes (murta) y granados.
La sala que más llama la atención al visitante, es el salón principal donde puedes llegar a sentirte en un país oriental, o trasladado en el tiempo de la época de las dinastías omeyas de mayor esplendor. Un universo de formas y colores, donde no queda apenas ningún espacio sin decorar. Todo el artesonado, las puertas y las paredes fueron pintadas y alicatadas a mano por artesanos marroquíes quienes las realizaron en su país de origen y posteriormente las trasladaron aquí donde ellos mismos lo montaron y ubicaron en el palacio.
El resultado, al margen de distintas opiniones a favor o en contra, no cabe duda que es algo único y ha dotado a Anna de un aliciente turístico sin parangón en la comarca y una importantísima aportación a su patrimonio cultural. Conocer el castillo-palacio de Anna bien merece una visita, os adjuntamos el teléfono y el enlace donde os informarán de los horarios.
Finalizar una excursión a pie o en bici por los alrededores de Anna, que conserva un entorno natural sorprendente, en el palacio es una forma de adentrarnos en el paisaje y la cultura de la Canal, donde las posibilidades son infinitas y encargar, en cualquiera de sus restaurantes, una cazuela de arroz al horno con ensalada de “ensamorra” o el “moje arriero a la pericana”. Las tortas “sainosas”, especialmente los días de carnaval, son una buena forma de finalizar nuestra visita a uno de los pueblos con más encanto de la provincia de Valencia.
Texto y fotografías: José Manuel Almerich
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