martes, 17 de noviembre de 2020

El Jinquer

Un despoblado morisco en la  sierra  de Espadán

José Manuel Almerich

El caserío del Jinquer, en pleno corazón de la Sierra de Espadán, y dentro del término municipal de Alcudia de Veo, fue un antiguo poblado morisco ubicado en la orilla del río Veo y al centro del valle que lleva su nombre


Abandonado en la actualidad, y totalmente desolado, sólo se mantienen en pie algunas paredes, el trazado de las calles y la iglesia sin techumbre. El castillo, enclavado sobre un promontorio de rodeno practicamente inaccesible, controlaba el valle y protegía a los habitantes y sus animales domésticos en caso de peligro.


Los primeros pobladores del Jinquer vivieron, a igual que el resto de los moriscos de Espadán, de la agricultura y la ganadería, cultivando estrechos bancales donde se plantaban olivos, árboles frutales y sobre todo, cereales, a tenor de los restos de una era que se conserva en la parte alta del caserío.


Las dos fuentes cercanas eran aprovechadas para el cultivo de pequeñas huertas al fondo del barranco y en algunos bancales junto a las casas, por donde era canalizada el agua a través de pequeñas acequias. Cuando los cristianos ocuparon el valle del Jinquer, cuatro siglos después de la conquista, y tras la revuelta de Espadán, introdujeron el almendro y el cerezo, así como ejemplares de castaños que hoy constituyen el único bosque de esta especie presente en la Comunitat Valenciana.


Lo que podemos ver de la Iglesia es muy austero y está en estado total de ruina y abandono. De una sóla nave, rectangular y de pequeñas dimensiones, tan solo quedan en pie las paredes y muros de ladrillo rojo, con contrafuertes exteriores, posee también un arco en la fachada principal rematada de ladrillo, a punto de hundirse.


Al fondo todavía puede observarse el lugar donde estaba el altar, y sobre él, una hornaciona y dos columnas con capiteles muy deteriorados que sostienen una sencilla cubierta a dos aguas. Según la documentación existente, está iglesia fue construída en 1430 probablemente sobre el solar de lo que podría haber sido una antigua mezquita, al igual que Benitandús, otra aldea también abandonada que pertenece a Alcudia de Veo. La iglesia estuvo dedicada a la Purísima Concepción y la campana sigue repicando en la Iglesia de Alcudia de Veo donde fue trasladada.


En 1913 el pueblo tenía 28 casas habitadas y el mismo número de familias, con un centenar de habitantes, pero durante la Guerra Civil, las casas fueron cerradas y el pueblo abandonado definitivamente. En el siglo XVIII vivían diez familias en el Jinquer, y Pascual Madoz cita 10 casas también. Antes de la Guerra Civil había unas cuarenta. El eclipse definitivo se produjo después de la Guerra. Antonio Gil, un vecino descendiente del Jinquer, relata que hasta los años setenta todavía iba alguien a realizar tareas agrícolas, entre ellos su padre, pero hubo un gran incendio forestal que calcinó el valle y quemó lo poco que todavía quedaba. Desde entonces ya no volvió nadie. 


La sierra de Espadán fue uno de los puntos claves de la Guerra del 36 y este frente jamás se llegó a rebasar, ya que las tropas franquistas avanzaron por la costa tras la rotura del frente del Ebro. Muy cerca del pueblo todavía quedan muchos restos de la contienda y aún se pueden ver trincheras y nidos de ametralladoras, así como casquillos de balas y restos de metralla por los alrededores. Justo, el último vecino nacido en el Jinquer, que vivía en Alcudia de Veo, murió el año pasado con poco más de ochenta años.


Hace unos años, Vicente Brocal, vecino de Silla adquirió la finca del Jinquer, el valle, el pueblo y el castillo. Su visión romàntica posee también un sentido práctico: recuperar el valle, reforestar la zona con especies autóctonas y volver a cultivar árboles frutales, como el cerezo, pero de variedades locales que prácticamente han desaparecido. 

                                                                            Vicent Brocal
También tiene la idea de recuperar la fuente cercana y llevar agua al poblado para poder llevar a cabo esta idea de recuperación, con métodos modernos y respetuosos con el entorno, aumentando la diversidad de paisajes. Para ello ha cedido la finca para su gestión a un colectivo vinculado a la custodia del territorio, donde se combina el aprovechamiento agrícola para darle un mínimo de rentabilidad y sobre todo, convertir el valle y su entorno en un bosque mediterráneo con la toda biodiversidad propia de nuestro ecosistema.


Respecto a las ruinas, y sobre todo el castillo del Jinquer, de tipo roquero y todavía con algunas estructuras defensivas bien conservadas, recordemos que durante siglos protegió a los moriscos que habitaban en valle ya que además del papel de vigilancia, era donde se refugiaban con sus animales en caso de peligro, se trataría de limpiar los accesos, recuperar los caminos y sendas y hacer que pueda visitarse, tanto el pueblo como la fortaleza. El castillo del Jinquer fue declarado BIC (Bien de Interés Cultural) y perteneció a la casa de Jérica, perteneciendo al alcaide de Eslida, que además comprendía los castillos de Eslida, Mauz en Sueras, Ahín, Veo y el propio Jinquer.


Hace unos días recorrimos con Vicent el entorno del Jinquer y pasamos junto al bosque de castaños, el único existente en toda la Comunitat Valenciana, puesto que las condiciones que exige este tipo de vegetación son muy exigentes en cuanto a humedad. Las fuentes siguen manando agua pero su acceso es muy difícil, al igual que el castillo. 


Las casas del Jinquer han ido desapareciendo entre la hiedra y la desolación, y tan sólo quedan las estructuras de las calles por las cuales, hace cien años, corrían las vaquillas durante las fiestas y los niños jugaban junto al río Veo y se bañaban en las pozas de aguas cristalinas. Su actual propietario nos cuenta que plantarà robles y alcornoques allí donde sea posible, y se volverá a cultivar almendros, cerezos y olivos en las terrazas perdidas donde se produce el mejor aceite del mundo.


Recuperar el Jinquer es como un homenaje a aquellos hombres que hicieron posible la vida en este rincón de la sierra de Espadán, uno de los parajes más hermosos del territorio valenciano.

Texto y fotografías: José Manuel Almerich

 

 

 

 

 

 

 


1 comentario:

  1. Fantástica idea!! Preciosa nuestra sierra.
    Adelante con el proyecto.

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